Según la filósofa española
Adela Cortina “siempre han surgido confusiones entra la ética y la moral” y
agrega “ en una sociedad democrática y pluralista tiene sentido no inculcar en
los jóvenes la imagen del hombre ideal, pero tampoco la sociedad debe renunciar
a transmitirle actitudes sin las que es imposible la convivencia democrática”.
Y esas actitudes de las que habla la filósofa, pasan por los valores, los
hábitos, las costumbres a lo que indefectiblemente no se puede renunciar, no se
concibe una sociedad, sin esos puntos clave a la hora de su desarrollo, esto no
lo es todo, pues tendríamos que hablar de una ética mínima tomando con base los principios, valores y costumbres,
pues no tenerlos sería como renunciar a la propia humanidad y una moral de
máximos donde ya se entraría a satisfacer y tener absolutamente todo lo que se
requiere para tener una ética por vocación. Al hablar de esto estamos
ratificando que quien hable de ética jamás puede prescindir de la moral.
Si la ética está relacionada
de forma estrecha al carácter de cada individuo, es evidente que en una
sociedad como la nuestra no se puede vivir sin los principios morales antes
reseñados ( costumbres, hábitos y valores), y todo esto lleva a que cuando tenemos, aplicamos y conjugamos
ello, alcanzamos y defendemos una ética mínima que tiene como conclusión la
Libertad, entendida como independencia,
autonomía, poder participar, la igualdad, la solidaridad, el respeto
activo y los derechos humanos ( derecho de expresión, de asociación, de reunión,
de conciencia entre otras), para caer en los derechos económicos, sociales y
culturales, que el individuo tenga derecho a educación de calidad, un seguro de
desempleo, estos derechos son valores mínimos y dinámicos, por lo que si los
miembros de una comunidad no tienen nada en común no pueden construir nada
juntos, entonces dónde queda la justicia?, y sin justicia no hay equidad y sin equidad
difícilmente se construye una sociedad con valores, costumbre, y con ética mente eficaz.
Argumentan autores como
Adela Cortina que “así como hay unas mínimas en la ética, también hay éticas de
máximos en una sociedad pluralista”. Y agrega la misma autora que la ética de
máximos son” los proyectos de grupo que
tiene una comunidad y que esos máximos comienzan con unos mínimos de
justicia y todos los proyectos que los
lleve a una vida feliz, e ideas y propuestas que deben ser aceptadas,
reconocidas por cada individuo para que a la postre sea un proyecto de grupo”.
Todo esto lo resumen Aristóteles filosofo de la felicidad y Kant el de la
justicia, y no se puede renuncia a ninguno de los dos, pues unidos forman la
ética dialógica, es por ello que no las podemos separar, ni desligar.
La sociedad de hoy, tiende a confundir los caminos para
encontrar la felicidad con el bienestar que no es más que tener placer, sentirse satisfecho, pero esto solo es
el camino a la felicidad total y plena, el bienestar forma parte de la
felicidad, porque pensar en solo en el bienestar es entrar conflicto con la
justicia, y felicidad sin justicia tampoco se puede dar.
Referentes:
Cortina, Adela. (1997) Democracia deliberativa. http://elpais.com/diario/2004/08/24/opinion/10932984 06_850215.html
Cortina, Adela. (1997) Democracia deliberativa. http://elpais.com/diario/2004/08/24/opinion/10932984 06_850215.html
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